Eva tenía la mente infinita, el alma llena de amor absoluto y su cuerpo fue de luz eterna intensa y resplandeciente, todo eso porque Dios Altísimo le desprendió una parte de la intensidad divina de Adán, dado que Eva NO fue creada con polvo de la tierra, sino con el cuerpo del primer hombre, que Dios Altísimo Padre Yahvé le puso con su mente de la creación eterna, Dios Santísimo Hijo le puso el amor infinito y Dios Purísimo Espíritu Santo le puso Sabiduría y Paz Eterna en el bellísimo cuerpo de luz intensa.
Con todo eso, no había necesidad de tener más conocimiento (que es el fruto del árbol del bien y del mal), porque ya sabía Eva esa distinción, fue más por otro sentido que estuvo implantado en su alma (Dios Santísimo le implanto el del amor absoluto), la maldad, en forma de serpiente, sabía perfectamente eso, dado que es el odio, su único sentimiento que predomina y su plan de echar a perder la máxima creación de Dios Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente.
Así, mediante la lisonja y la trasformación, que es capaz de hacer el maligno, en ser de luz de bondad, fue que le menciono sobre probar el conocimiento y con eso serian “…como Dioses”, el sentimiento del orgullo, sumado al de la soberbia, fue clavado en el alma diáfana y purísima de Eva, más aún, no estaría completo el plan maligno, hasta que Adán hubiera hecho lo mismo, porque Eva no fue creada con polvo, sino con la luz divina de su compañero.
Cuando Adán probo ese conocimiento, en ese instante se obra la desobediencia completa y sus cuerpos de ser inmortales, se trasformaron en cuerpos mortales, con los órganos, los sentimientos, en el único cuerpo que todos los humanos tenemos.
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Adán y Eva reconvenidos por su pecado
1771. Óleo sobre lienzo, 59,3 x 32,7 cm
Francisco Bayeu y Sibas
Museo del Prado
Boceto para uno de los ocho segmentos de la cúpula de la colegiata de La Granja (Segovia), cuyas escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, destruidas en su mayor parte en 1918, exaltaban a la Santísima Trinidad. Pintada de acuerdo con el programa iconográfico estudiado por P. Muller, iniciado con el tema de la Creación de Adán, continuando con Adán y Eva reconvenidos por su pecado, Abraham y los tres ángeles y el Sacrificio de la Ley Mosaica.