Las bodas de Canaã
Hacía un día esplendoroso, es el tiempo especial para celebrar una boda, se distinguía el susurro del viento plácido, las aves con su trinar armonioso producían el cuadro atemporal que era un encanto momentáneo, el cielo completamente despejado en la inmensidad del tono azul pastel, los pocos árboles que había se mecían rítmicamente, allí, y no tan lejos surcaba un pequeño arroyuelo que se había hecho de un pozo de agua y caía entre las piedras de unos pequeños montículos, fue el marco cuasi perfecto para llevar a cabo uno de los momentos idílicos de un matrimonio en el bendito pueblo de Israel.
Los invitados llegaban vestidos con sus mejores ajuares, con el rostro sonriendo a totalidad de este, se percibía el aroma de intensos y sutiles aromas de perfumes delicados al olfato, pero de fragancia profunda, al fondo de ese espacio, estaba ya dispuesta la Jupa, bellamente decorada con flores exquisitas y de intenso color.
Mientras llegaba el momento de la ceremonia para llevar a cabo las tradiciones de siglos israelitas, se encontraba a un costado unos músicos deleitando el ambiente con suaves y cadenciosos ritmos donde se asemejaba al cantar de los cantares “¿Quién es éste que sube del desierto? Parece ser una columna de humo perfumado de mirra y de incienso y de todos los aromas”. (Cantar de los Cantares 3: 6)
Así, con sus instrumentos como el arpa, la lira, el laúd, el shofar, la trompeta, la popular flauta y el caramillo, la pandereta, el sistro, los címbalos y las campanillas, hacían el cuadro perfecto rítmico para hacer el preludio del canto de los salmos “Alábenlo [a Dios] con el toque del cuerno. Alábenlo con el instrumento de cuerdas y el arpa. Alábenlo con la pandereta y la danza de corro. Alábenlo con cuerdas y el caramillo. Alábenlo con los címbalos de sonido melodioso. Alábenlo con los címbalos estruendosos.”
Una vez pasada la ceremonia, todos los invitados estaban riendo, platicando, y bebiendo el vino, así como degustando las viandas ofrecidas para la ocasión.
Nadie se percató que en esa boda estaban dos invitados muy especiales, ellos divinos, excelsos y purísimos, se podría decir que el cielo más alto, el superior, el noveno cielo de todos esos cielos, bajó a la tierra, se hizo excelsamente humilde, aunque su luz, intensa, en ese momento no quiso hacerla palpable, porque aún no le había llegado el momento, según mencionó un poco más tarde el hijo unigénito de Dios Altísimo.
Y el vino seguía fluyendo, ya se habían bebido todo lo que se tenía preparado para el banquete, un problema especial, porque en este tipo de eventos no debería de terminarse el producto de la uva y sus taninos, preocupación aguda para el maestresala, esa angustia llegó al conocimiento de la Santísima Madre y le dijo quedito, suavemente, despacito y con un amor profundísimo, al oído a su Santísimo Hijo «No tienen vino.» (Juan 2:3), de inmediato, Dios Santísimo hijo le respondió en el mismo tono de amor purísimo a su Santísima Madre «Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado mi hora.» (Juan 2:4), de leerse así, es como de un tono ríspido o áspero, solo que hay que leerlo como una respuesta de Dios Santísimo.
Ese tono lo conocía perfectamente su Purísima madre, así que sabiendo que aun a pesar de esa respuesta, ella dócilmente, humildemente, con esa tranquilidad y llena de extraordinaria paz celestial, así también con un amor intensísimo de madre a hijo, les dijo a los sirvientes «Hagan lo que él les diga.» (Juan 2:4), porque ella sabía que la iba a complacer, ya que su amor eterno es mutuo.
“Había allí seis tinajas de piedra como de unos 100 litros” (Juan 2:6), cada una de ellas, es decir 600 litros en su totalidad, o traducidos a mililitros son 600,000, si se calcula cuántas botellas de vino caben en esos seis recipientes tendríamos que dividir 750 mililitros de cada botella entre 600,000 lo que dará un resultado de 800 botellas.
Yendo un poco más allá, sobre el consumo de vino que hubo en esa boda, si se calcula que de una botella salen aproximadamente 7 vasos, cada uno de ellos de 100 mililitros, entonces la cantidad final se resume en 7 x 800 = 5,600 vasos, si cada persona toma tres vasos, los invitados fueron alrededor de 1,866 y si cada persona ocupa 1.5 metros cuadrados de espacio, el tamaño del lugar fue de 2,799 metros cuadrados y contando mesas, sillas y superficie para la danzas judías, el lugar sería de más de 3,500 metros cuadrados.
Esa boda israelita debería de ser de alguien muy importante de Cana, por el tamaño del lugar, y la cantidad de vino que la profunda generosidad de Dios Santísimo Yashua hizo y aún hace hasta el día de hoy.
La importancia de ese evento no debería de ser menos, porque sería el primer milagro que obró Dios Santísimo Hijo y tendría que estar subrayado por una boda muy singular, y más aún porque:
“Después de probar el agua convertida en vino, el mayordomo llamó al novio, pues no sabía de dónde provenía, a pesar de que lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Y le dijo: «Todo el mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando ya todos han bebido bastante, les dan el de menos calidad; pero tú has dejado el mejor vino para el final.» (Juan 2:9,10).
Hasta la fecha NUNCA se ha producido vino mejor, dado los taninos, el color, el sabor, el aroma, el equilibrio, la acidez, la dulzura, la intensidad, la maduración, claro todas esas características son, porque es un vino que viene del profundo cielo infinito y del universo entero, es como un presente a la boda en la que fueron invitados en supra presencia, supra esencia y altísima divinidad, Dios Santísimo y su hermosísima Santísima y Purísima Madre.
Y lo anterior está ligado a lo que acontecerá con el milagro de Garabandal.
Quizá ya te diste cuenta de tres factores, o si no es así, yo lo leí de esta forma:
1.- Lo cuantitativo, 2.- Lo Cualitativo, 3.- Lo Apreciativo…
En lo cuantitativo, es muy significativo conocer que las tinajas fueron 6 de 100 litros cada una, dando un total de 600,000 mililitros de agua convertidas en vino, conocía perfectamente Dios Altísimo la cantidad de personas que asistían al evento, porque de otra manera solo el milagro la haría en un par de jarras de vino, ya que el prodigio sería exactamente igual en grandeza, pero fue la voluntad de Dios Altísimo darle un significado muchísimo mayor en generosidad, debido a ser el primero de todos los prodigios que haría en su paso por este mundo, y que además los discípulos estuvieran estupefactos por este momento y de todos quienes allí asistían, porque se dieron cuenta de ese momento maravilloso y fueron además de los más de 1,900 invitados, la cantidad de sirvientes, cocineros, y demás que estuvieron en el evento, que por cierto fue para una pareja israelita muy importante.
Para tener una idea de que tan grande fue ese acontecimiento, la población que tenía Cana (Kafar Kanna) en el tiempo en que ocurrió el milagro, solo basta remontarse al año 1533, en la que los funcionarios otomanos registraron la población en 147 familias, y en 1596 (o más bien en 1548) el número se elevaba a 475 contribuyentes musulmanes (426 familias y 49 individuos) y 96 contribuyentes judíos (95 familias y 1 individuos), por lo que era la sexta localidad más poblada de Palestina en ese momento.
2.- En lo cualitativo, ya lo escribió Juan en su evangelio, y lo mencione anteriormente: “Después de probar el agua convertida en vino, el mayordomo llamó al novio, pues no sabía de dónde provenía, a pesar de que lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Y le dijo: «Todo el mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando ya todos han bebido bastante, les dan el de menos calidad; pero tú has dejado el mejor vino para el final.» (Juan 2:9,10), cualidad extra divina, que de por sí dada, fue elaborada por Dios mismo, de tan altísima manufactura que no es posible volver a tener, a no ser que Dios quiera hacerlo de nuevo, el regalo pues, corresponde a quien lo ofrece y le da mucho realce a este, como si fuese de un Rey a un plebeyo, pero en este caso, quiso hacerlo al revés, de un plebeyo a unos novios, ya que solo había una persona divina que sabía quién fue, es y será en realidad y esa fue, es y será su Santísima Madre, ABSOLUTAMENTE NADIE MÁS lo sabía, ni sus discípulos que lo estaban acompañando en esa hora. “Esta señal milagrosa fue la primera, y Jesús la hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. (Juan 2:11).
La humildad en extremo, allá hasta la mesa de atrás se sentó, siguiendo la misma palabra, “Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no escojas el mejor lugar”. (Lucas 14:8), a lo mejor tenía cubierta su cabeza con el talit para no dejar escapar su intensa luz divina, y la Santísima Madre por igual.
3.- Sobre lo apreciativo, indudablemente que fue su Santísima Madre quien pidió que Dios mismo Santísimo Yashua hiciera su primer milagro allí, seguramente con todo el amor que tiene para el género humano se ha de haber sentido feliz por estar en ese evento y por ese mismo amor le solicitó a su purísimo hijo que lo hiciera y este complació en grado sumo la voluntad de su eterna madre inmaculada.
Sitúate mentalmente en ese lugar y visualiza el momento, los mismos factores van a ocurrir dentro de poco, aunque con elementos diferentes y lo más seguro es que te toque vivir.
Todavía estoy en la cuenta, ya que las bodas hebreas suelen durar hasta siete días y estas son porque lo celebra alguien importante y con el recurso económico para llevarlas a cabo, con esto en la suma, se tendría que multiplicar la cantidad por siete a la ya mencionada.
Después de la ceremonia, los novios se retiraban a su habitación nupcial, que previamente había preparado el novio, o cheder, donde se dispondría de un lecho conyugal o chuppah.
Aquí el novio entregaba unos regalos a la novia. Durante una semana (aunque seguramente esta costumbre se acortara a unas pocas horas para no alargar en exceso la espera de los invitados) los novios permanecían todo el tiempo en la cámara nupcial, vigilada por “dos amigos del novio”.
Cuando el novio finalmente da una voz, entran los amigos y salen con la buena noticia de la consumación del matrimonio. En ese momento salen los novios del cheder, momento en que se ve por primera vez a la novia con el velo descubierto. Este hecho es recibido con gran regocijo por parte de los invitados, lo cual iniciaba la fiesta de la boda, donde se servía comida, se bailaba y se cantaba al son de la música. (Sal 45:1,17)
Las comidas exigían el uso de una gran cantidad de agua para realizar las frecuentes abluciones y lavatorios rituales. La fiesta duraba toda una semana, al término de la cual todos los invitados regresaban a sus casas.
Así pues, la cantidad de invitados, sirvientes y demás personas que auxiliaban en ese festejo podría haber rondado con más de 2,500 por día dando un total de 17,500 a la semana que requerían de atención.
Notorio saber que, al prodigio de convertir el agua en vino, tendría que sumarse el prodigio de la multiplicación de este, de la misma forma en que se multiplicaron los peces y los panes. (Mateo 14:20,21)
La multiplicación del agua en vino no está escrita, pero debemos de remontarnos a lo último que escribió Juan en su evangelio, “Jesús hizo también otras muchas cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros.” (Juan 21:25)
Pero la pareja purísima y divina, así como sus discípulos, se retiraron del lugar, ya que tenían que ir a Cafarnaúm, distante de Canna (Kafr Kanna) 34 kilómetros y el trayecto a través de tierra desértica no es fácil de completar en cortas horas.
Poco tiempo después, “Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.” (Juan 2:13)
El Pesaj de ese entonces fue el 6 de abril del año 30, si se toma en consideración el año cero como empiezo de la misión terrenal de Dios Santísimo Yashua, por lo que debió ser un tiempo antes de esta fecha y lo tendría que haber hecho con días de anticipación, ya que de Cafarnaúm hasta Jerusalén son 164 Kilómetros y el 90% de estos por el desierto…
Los pobres, los humildes, los modestos, los honestos, los mansos de corazón, lo percibían muchísimo, el corazón se les inflamaba cada vez que a lo lejos pasaba por el rumbo donde se encontraban estos, la fe era mayúscula, la creencia en un mesías era indubitable, la esperanza de una vida mejor era el objetivo de ese pueblo esclavizado por siglos y al conocer la buena nueva, el cambio de rumbo, entonces se rompieron los viejos odres para poner el vino nuevo en nuevas vasijas, así fue que decenas, cientos se adherirían a la nueva parte de la doctrina, aquella que dice, ...”a quien te maldice, bendícelo y amalo”. (Lucas 6:27)
Difícil enseñanza para seguir, dado las atrocidades que habían sufrido por años/décadas ese pueblo elegido por El Altísimo, pero solo con verle el rostro magnífico al Maestro Divino es suficiente para quedarse pegado como una lapa (molusco gasterópodo, ese pequeñito ser que vive asido fuertemente a las rocas), al cuerpo bañado de luz, si hubieras estado allí, como muchos lo estuvieron, hoy tu vida sería muy diferente y tu muerte sería un gozo y una petición que harías a cada instante.
Hoy el tiempo, ya no es Tiempo, el tiempo se agotó y solo queda sufrir el final de los tiempos que está ya viviéndose y quizá no lo hayas notado por estar obnubilado.
Pero hay que volver a remontar la narrativa al inicio, aquella donde hay una orden y una solicitud de parte de la Santísima Madre del Universo, “Hagan…” verbo imperativo dirigido a los sirvientes, donde el cielo dirige la orden a los terrenales, “...Lo que Él les diga”, solicitud deflectiva del amor sublime de la Santísima Madre a su purísimo hijo, ya que este es el único supremo eterno.
Por lo que debe subrayarse la grande importancia de la complacencia de un eterno hijo a una eterna madre, esta importancia será indubitablemente señalada en el milagro más grande que hará la Santísima Virgen por la medianía de Dios Santísimo Yashua.
Aquí considero entonces al ciego Joey Lomangino que recobrará la vista, y su ceguera temporal/terrenal desaparecerá ya que tendrá los ojos de la luz eterna.
¡Que ya murió!, pues es una verdad, y aquí está el milagro, como lo fue Lázaro, si lo menciono la Santísima Virgen en un mensaje y que fue escrito por Conchita el 19 de marzo de 1964.
La vidente Conchita de Garabandal le escribió la siguiente carta a Joey Lomangino:
“Día de San José, 1964.
Querido Joey,
Hoy en una locución en los Pinos, la Virgen me dijo que te comunicara que la voz que tú oíste era de Ella. Que tú recibirás nuevos ojos en el día del gran milagro.
También me dijo que el hogar de caridad que fundarás en Nueva York dará gran gloria a Dios.
Conchita González”.
Pero había aún otra gracia más preparada para Joey y mientras se arrodillaba con otros hombres para recibir la bendición del Padre Pío, sucedió lo siguiente:
Cuando sufrí el accidente en 1947, perdí no sólo la vista sino el sentido del olfato. Al arrodillarme para recibir la bendición, quedé atónito al percibir la fragancia de rosas que venía de la sangre en sus manos. Me eché hacia atrás contra la pared y levanté los brazos para protegerme, pues no sabía qué pasaba. El Padre Pío bajó mis brazos y me dijo en italiano:
«Joey, no tengas miedo», Y me tocó en el puente de la nariz, devolviéndome el sentido del olfato después de estar sin él desde el día del accidente, en junio de 1947, hacía 16 años, (esto fue en 1963).
En otra entrevista posterior a Conchita, en 1974, precisó más:
“Acerca de Joey, todo cuanto recuerdo ahora es que la Santísima Virgen me dijo que, en el momento del Milagro, Joey tendría nuevos ojos y que a partir de entonces vería permanentemente”.
Por lo anterior sin ninguna duda es que Joe resucitará de entre los muertos, y todos los presentes el día del milagro más grande de Dios Santísimo Yashua se sorprenderán, ya que por el amor eterno en deflectivo amor sublime y purísimo a su Santísima Madre, hará en Los Pinos de Garabandal.
Con el primer milagro de la conversión del agua en vino, en donde solo lo contemplaron pocos, así empieza la misión de Dios Santísimo Yashua y con otro milagro PATENTE al mundo, solo que ahora será filmado, fotografiado y transmitido a través de todas las redes sociales.
Todo para el Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente Dios Altísimo.
Omnia ad Omnipotentem, Omnisciente, Omnipraesentem Deum Altissimum.