ExConvento de San Agustin
18 tierras tan lejanas como la Alta California y América del Sur. Estos mismos, respaldados por José Escandón, conde de la Sierra Gorda, pacificaron a los aguerridos jonaces, chichimecas quienes permanecían en pie de guerra y no pudieron ser sometidos sino hasta mediados del siglo xviii . La época de oro Durante el siglo xviii , Querétaro destacó en la geografía del Bajío oriental. Su abundante producción agrícola y fabril abastecía no sólo a la capital y a las ciudades vecinas, sino también a los lejanos pobla- dos del norte. La prosperidad se reflejaba en las vastas haciendas y estancias que se expandían en los valles, en los obrajes y en los límites de la ciudad. Ejemplo de industria fue la real fábrica de tabaco, em- presa que empleaba a casi tantos trabajadores como las numerosas fábricas de textiles. Un espectacular acueducto—costeado en parte por uno de los bien recordados y ricos benefactores de la ciudad, don Juan Antonio de Urrutia y Arana, marqués de la Villa del Villar del Águila— la abas- tecía del preciado líquido. Nobles y ostentosas residencias, colegios, huertas, jardines y fuentes, la alameda, así como iglesias y conventos ricamente ataviados, engalanaban la ciudad. 15 La economía, como lo señala Super, se caracterizó por “las cuantiosas inversiones de capital, por los eficientes métodos de producción e intercambio y por un cre- cimiento relativamente constante” 16 (figuras 1 y 2). En 1733 se expidieron las primeras ordenanzas y se ratificó el títu- lo de Ciudad de Santiago de Querétaro . Con la implantación del sistema de intendencias en la Nueva España en 1786, cambió la organización política de Querétaro. Para 1790 el Ayuntamiento estaba formado por siete regidores y el corregidor fungía como un subdelegado del distrito de Querétaro. La población heterogénea de la ciudad contaba con diversos grupos 15 Manuel Septién y Septién , op. cit., pp. 21-33. 16 John C. Super, op. cit ., p. 228.
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