ExConvento de San Agustin
        
 249 En la última clave de ese lado se representa a la beata Verónica de Binasco, quien practicó una rigurosa vida ascética y se distinguió por su gran humildad. El copón y un lienzo que lleva en las manos recuer- dan que la beata veía todos los días en la octava de Corpus Christi en el año de 1489 a Jesús Infante vestido de blanco pasearse por el altar de la comunión, en medio de dos ángeles; tal como se relata en la an- tigua Chronica Espiritual Augustiniana. 129 Nació en Binasco, cerca de Milán, en 1445. Era hija de humildes campesinos, pero a los 22 años entró al convento agustino de Santa María, en Milán, y en él pasó 30 años de vida religiosa como hermana mendicante. Murió el 13 de enero de 1497 y 10 años más tarde se concedió su culto privado. 130 En el flanco norte, de poniente a oriente, se identifica la figura del papa Gelasio I (figura 52), que sostiene una cruz papal. En el Liber Pontificalis se dice que fue natione Afer (África), lo que algunos han traducido como que nació ciudadano romano, aunque en África. Fue papa de 492 a 496. Se le atribuye la depuración de los textos de los libros sagrados tanto del Antiguo, como del Nuevo Testamento así como ciertos escritos de los padres de la Iglesia y la definición de los evangelios apócrifos. 131 129 Francisco Portillo y Aguilar, op. cit ., t. I, pp. 89-119. 130 Era analfabeta. Sin embargo una visión de la Virgen le reveló el camino a seguir, para aprender la ciencia divina que conduce a Dios. Virtudes que debía practicar, la pureza del corazón, la paciencia con el prójimo y la meditación diaria sobre la pasión de Jesús. La Virgen le tradujo estas nociones en colores; el blanco, la pureza y el amor a Dios; el ne- gro, la paciencia y el rojo, la pasión. Por este medio llegó a conocer la sabiduría divina, por la que maravillaba a cuantos se le acercaban, por la audacia de su doctrina y por la clara intuición que tenía de las aflicciones de los demás. Viajó a Roma, para llevar al Papa un mensaje de la Virgen. El Santo Padre la escuchó con atención, porque compren- dió que se encontraba ante un alma privilegiada. La beata Verónica gozó del don de la profecía (Mario Giovannini y Luis Sagarbossa, Un santo para cada día , Bogotá, Ediciones Paulinas, 1991, Colección Testigos, pp. 23, 24). 131 El papa Gelasio I murió en Roma el 10 de noviembre de 496. Poco después de su elec- ción, el 2 de marzo de 492 dio claras muestras de la firmeza de su carácter en las diferen- cias que separaban de Roma al obispo de Constantinopla. San Gelasio declaró en un Concilio de setenta obispos reunidos en Roma en 494, cuáles eran los libros sagrados tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, cuáles los de los Santos Padres admiti- dos y cuáles los apócrifos. Abolió las fiestas lupercales y las sustituyó por las de la Purifi- cación de Nuestra Señora. Era Gelasio I hombre de espíritu de oración, mortificado y amante del estudio, gustaba de la compañía de los monjes y se preocupó por los pobres.
        
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