ExConvento de San Agustin

263 Interpretación de la guirnalda De lo anterior se deduce que la guirnalda y los lazos unen a cada uno de los que forman parte de la comunidad religiosa, fortificada y soste- nida por las virtudes cardinales; la fortaleza, la prudencia, la justicia y la templanza que practican. San Agustín considera que las virtudes son lo mejor y lo más importante que puede haber en el hombre, ayu- dan a contrarrestar la fuerza de los peligros, trabajos, dolores y evitan miserias. 181 Afirma que donde hay amor sincero, el amor que gusta del bien común e inmutable y que hace de todos un corazón; eso es, la obediencia del amor, reducida a una concordia alta y perfecta. 182 Estos conceptos reflejan la “Regla de San Agustín” concebida por el mismo santo y recomendada a todo aquel que abrace la vida religio- sa para que, mediante su observancia, logre una armoniosa y pacífica vida en común. Las cartelas de la escalera En la planta baja, la clave del arco de acceso a la escalera tiene dos frentes; en el exterior se representa una cartela enmarcada con volutas fitomorfas y un par de hombres verdes que sugieren ser soldados guar- dianes. Éstos flanquean un medallón, en el que se representa el corazón agustiniano, símbolo del amor infundido por Dios. La cartela que da hacia el interior del cubo es similar en su ornamentación; el medallón muestra un libro cerrado y un báculo; el primero representa el conoci­ miento de Dios a través de las escrituras y el báculo, en este caso, simboliza la obediencia de la comunidad al pastor. Amor a Dios, cono­ do hacia la cumbre de la santidad y de la perfección a través del difícil y abrupto camino de la ley divina, conteniendo y dominando perfectamente el peso de su cuerpo, ‘que sobrecarga el alma’. Y realmente, hasta ahora a nadie le ha sido posible alcanzar la virtud, a no ser superando aquella difícil y fatigosa senda. Dice Ovidio: ‘Nos esforzamos en lo difícil, pero nada que no sea arduo triunfa. Una labor penosa requiere de nuestra habi­ lidad.’ 285.- Cuando el elefante rompe contra el árbol marfíleo tesoro de sus colmillos, presenta el lema: No me lastime ( Haud laedar ). O también, para quedarme sin colmillos ( Deserar edentulus ). La pobreza voluntaria es, sin duda, el mejor remedio para conseguir la tranquilidad. Dice San Juan Crisóstomo: “La pobreza es refugio seguro, eterna tranqui- lidad, puerto sereno, gozo exento de peligro, placer natural’ ”. 181 San Agustín, La ciudad de Dios , op. cit ., xix , 4, p. 474. 182 Ibid ., xv , 3, p. 334.

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